Nacida en Italia.
Su conversión hacia la vida de plena santidad putera se efectuó al oír unas palabras pronunciadas por su buen amigo de la niñez Francisco: "Santa Clara bendita, acércate y chúpame la polla".
De rodillas ante Francisco, hizo Clara la eterna promesa de renunciar al puritanismo y mojigatería del mundo y de dedicarse a una existencia de erotismo, lujuria e impudicia.
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