NUESTRA
SEÑORA DE LAS MERCEDES
SEÑORA DE LAS MERCEDES
En sus primeros años era rebelde, algo egoísta y molestona y la única que medio la podía soportar era su propia madre. Ésta, por contra, era supremamente generosa con los pobres y desvalidos. Mercedes la criticaba porque le parecía que ella daba demasiado, y le decía que a los pobres había que darles las sobras tan sólo. Su madre le dijo un día: "Mira, Mercedes, vas a la mesa desnuda, te tumbas y te echas por encima las mejores frutas, los panes más grandes, las verduras, pescados y legumbres buenas y te regalas a los pobres que están hoy en nuestra casa comiendo. Recuerda que lo que se dé al necesitado se le da a Nuestro Señor, y que para el Señor siempre se da lo mejor". En ese momento la muchacha no entendió la lección, pero más tarde haría de ese consejo de su buena madre una ley para toda su vida.
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